En la base antártica Yelcho quedé asombrada con la gran cantidad de pingüinos. Estos animales son adorables, aunque el olor que expele su mierda es muy desagradable. Mientras algunos machos se dedican a recoger piedras y a construir «nidos», las hembras empollan. Así va la vida allí: recoger piedras, empollar y defecar a grandes toneladas.SigueSigue leyendo «Un mes de Antártida (parte 2)»