Portland, ¡qué freak eres!

Portland me sorprendió. Es curioso, porque no parece ser «el destino turístico» cuando vas de visita a los Estados Unidos. Y para ser sincera nunca imaginé que esta ciudad podría ser tan interesante. Eso sí, mi estadía me ha dejado con dos impresiones, una buena y una mala.

Primer día en Portland, domingo, con temperatura baja, pero completamente aceptable. Incluso con poca ropa se puede pasear con agrado por el exterior. Está fresco, porque el otoño ya llegó, pero ese quizá es un punto extra. El paisaje da para la inspiración y las fotografías sin flash.

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El Estado de Oregon está rodeado de naturaleza. El río Columbia en la foto. Copyright Natalia Messer.

El comercio se concentra en Morrison, Alder, Broadway, Oak, y Washington Street. Son las principales avenidas de Portland. Allí está el «centro» o «downtown», porque toda la periferia es más bien rural. La ciudad es liberal. La gente muy informal en su vestir (casi siempre ropa deportiva y casacas Columbia) y la tendencia política está cargada a la izquierda.

El primer día me pasan eventos graciosos. La gente es muy amable, pero a veces llega a resultar extraño e incómodo. Un tipo me detiene en la calle y me dice que le dé mis cinco (mi mano). Lo hago y me responde, aunque él sólo cuenta con cuatro dedos, pues el quinto desapareció; lo perdió por razones que desconozco. Me río. Nos reímos. Sigo mi camino.

Luego me encuentro buscando bus. Mientras espero, llega un recorrido con número distinto, que no me sirve. Entonces el chofer me aprecia confundida. Se baja del bus y  me pregunta hacia dónde voy. Le digo la calle específica y me dice que estoy en la parada equivocada. Me da las indicaciones, y de pronto, se sube nuevamente al bus, agarra un ticket y me lo regala. «Enjoy Portland o disfruta Portland», me dice. Me siento privilegiada. Me ahorré 5 dólares, que es lo que cuesta un ticket del día y que te permite usar los servicios de bus, tren y tranvía por todo Portland (el sistema de transporte es fantástico y llega a dar envidia si lo comparo con Chile). La gente parece muy amable con los visitantes y siento ese cariño más rural. Muy diferente a lo que se vive en una ciudad grande, como Washington D.C o Santiago, donde eres una cabeza más y tienes que ir aceleradamente por la vida, sin siquiera mirar la cara del otro.

 

Mi visita de domingo es especial. Estoy en el museo Peculiarium (http://www.peculiarium.com/), donde me encuentro con toda clase de rarezas. Desde zombies, monstruos hasta paletas con insectos y gusanos reales para comer. Es el lado freak de Portland. Un lado que también se ve en las calles, en su gente, en sus gustos peculiares.

Pero esa es sólo una impresión. El lado freak y divertido. Quedarse con eso sería poco. Hay que conocer y averiguar de todo. Lo bueno y lo malo. Eso es lo que los periodistas tratamos de hacer, al menos yo. Tampoco puedo hablar por todos, pero es un ideal que se aprende mientras se trabaja/aprende en esta dura y difícil carrera.

Las calles de Portland me generan un poco de tristeza. La gente duerme y se muere en las calles. Esa es la triste realidad.

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No es raro encontrarse con carpas instaladas en el centro de Portland.  Copyright Natalia Messer.

Hablo con algunas personas que viven y son de esta ciudad. Me dicen que es un problema que se viene arrastrando hace bastante tiempo y que puede estar conectado con la droga. Eso está matando a las familias y lleva a las personas a tocar fondo, y en definitiva, a abandonar sus hogares.

Es común que en Portland llueva con frecuencia. De hecho, eso es algo que me apena. Saber que mientras yo estoy en un hotel, con varias comodidades, un grupo de personas pasa la noche en la calle, mojándose, con frío, quizá con pena y sin esperanza.

Me asombra ver tantas personas sumidas en la droga. Algunos van desorientados por las calles; otros gritan fuerte, de repente, y de la nada. En la calle Broadway paso algunos sustos cuando se acercan personas a gritar cerca de mí. Estoy siempre mirando con atención. Trato de no llamar la atención y pasar desapercibida como una más.

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Esta es la radio KBOO, un medio independiente que se sustenta de la colaboración ad-honorem. Copyright Natalia Messer.

Cuando amanece todo parece mejor. Un nuevo día, algo más por conocer. Porque después de ver la triste realidad de las calles de Portland, quiere conocer el lado bueno, alguna acción bondadosa, algo de lo que uno pueda hablar con orgullo después.

Entonces aparece KBOO Radio (https://kboo.fm/), un medio independiente que se sustenta de la colaboración desinteresada. Aquí me encuentro con jóvenes, adultos y personas mayores, todos con una causa en común: dar voz a los que no pueden ser escuchados por los grandes medios.

Me impresiona estar en una redacción de habla inglesa. Es algo que a mí me llama la atención, sobre todo del punto de vista idiomático. La forma de trabajo diría que no es muy diferente a la de un medio latino o medio alemán. Está muy presente y jerarquizada la figura del editor, el productor y los redactores. Lo que me encanta es que acepten mis ideas. Eso no se ve en todos los medios, que tienen siempre limitantes, censuras. Veo además que los chicos de la radio dedican mucho tiempo por sacar sus noticias. Hay un trabajo serio, dedicado ¡y con pasión!

En KBOO también hay espacio para los programas en español. Antes de ir a Portland tenía la idea de que el estado de Oregon no poseía una gran cantidad de latinos, como lo es en Los Ángeles o Miami….pero si bien la población hispana es más baja en este lugar, la presencia latina sí se hace sentir. Por eso, no es raro encontrar a personas como Ivonne Rivero y Luna Flores, que tienen sus propios espacios dentro de la emisora y se acercan a esa comunidad latina que a veces se puede sentir sola, pero que ya con sólo escuchar voces en español, imagino lo que deben sentir; la alegría que los embarga. Seguramente es un aliento fresco para ellos. No se sienten solos.

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Día de los Muertos en Cornelius, Estado de Oregon. Copyright Natalia Messer.

Los latinos no están solos. Se reunen y especialmente en fechas especiales. Como el Día de los Muertos, que se celebra el 1 y 2 de noviembre en México, pero también en los Estados Unidos. A una de estas celebraciones asisto, en la ciudad de Cornelius, del estado de Oregon, que queda como a una hora de distancia de Portland.

Cornelius exhala México. Está rodeada de restaurantes latinos y el español parece ser el idioma oficial de la ciudad. En la celebración aprovecho de conocer un poco más de la cultura mexicana y estas mezclas únicas que se generan cuando se interactúa con otras culturas, en este caso la de Estados Unidos.

Una fiesta llena de colores, comida y donde se rinde culto a los muertos. Luego aparecen los bailes indígenas y el ambiente se empapa de Copal, una resina aromática ancestral que los pueblos originarios han usado por siglos.

Para saber más de la celebración y ver fotos de mi autoría, aquí comparto un enlace con un fotoreportaje para KBOO Radio sobre el mismo tema (https://kboo.fm/blog/61528).

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Portland regala cielos colorados, que dan ganas de plasmar en el lienzo, si uno fuera Van Gogh. Copyright Natalia Messer.

Cuando me voy de Cornelius siento que dejo un país de Latinoamérica para saltar a una ciudad más europea, como lo es Portland. Una ciudad donde la ropa casual predomina y donde las cervecerías artesanales abundan incluso más que en Köln, Alemania. Eso me sorprende y hago la prueba. Una jarra de cerveza con plátano, frambuesas y otros frutos rojos. ¡Una delicia! Sorprendente. Si se va a Portland hay que probar una cerveza. Eso está en la lista. Y mejor descartar las donas, que no son nada saludables y en esta ciudad las hacen grasosas y groseramente grandes.

Pero la comida internacional también está presente. Si en Cornelius me impresioné con los tacos, tamales, en Portland la variedad gastronómica también deslumbra. Desde una pupusa salvadoreña, hasta comida china auténtica que mezcla en exceso lo dulce y lo picante.

 

Esa mezcla cultural es quizá la riqueza de un país tan gigante como Estados Unidos. Aunque no todos ven riqueza….Y ese es otro capítulo de mi aventura. Un tema que como reportera me interesa tiene que ver con el programa DACA. Los Dreamers, esos jóvenes que llegaron en la década del ’90 a los Estados Unidos, siendo niños, están preocupados. También están hastiados. Con el anuncio del Presidente Trump, de terminar el programa DACA, el temor crece en la comunidad latina. Este beneficio le permitió a más de 700 mil jóvenes, la mayoría mexicanos, optar a un permiso de trabajo. Considerando que la mayoría ha estudiado en Estados Unidos; su dominio del inglés es incluso, a veces, mejor que el español, no parece menor la preocupación que los embarga.

Por eso, en un viaje a Hillsboro, un suburbio a una hora de Portland, conozco a cinco jóvenes o Dreamers que me dan su testimonio. Las historias de Liliana, Fox, Ignacio, Jhoanna y Petrona requieren ser más escuchadas, y no sólo por latinos. Es la única forma para que su lucha pueda ser comprendida, y lo más importante, que logre encontrar una pronta solución.

Me impresiona escuchar la palabra racismo. Algunos latinos me comentan que han vivido episodios de racismo en los Estados Unidos. Me cuesta comprenderlo, porque yo no lo he vivido, pero luego escucho…y son sutilezas. Algunos podrían decir que es exagerado, pero para estas personas es un peso, un sufrimiento por las noches, un nudo en la garganta.

Me dicen que el color de la piel importa. Si eres blanco te tratan distinto. Si eres de piel oscura cambia el panorama. Y luego me recuerdo de que estoy en los Estados Unidos, el país de la oportunidades; el país cosmopolita. Pero tan sólo escuchando estas historias me doy cuenta de que no es tan así. Parece un mito. Y recuerdo las palabras de Juan Rogel, fundador y lider de la agrupación Milenio.org, que ayuda, y sobre todo en estos temas, a la comunidad latina residente en los Estados Unidos. «En México era más americano que estando en los Estados Unidos», me dice Juan.

 

Entonces siento que en parte tiene razón. Uno construye mitos desde Latinoamérica. Por ejemplo, el «clásico sueño americano», y que películas de Hollywood también alientan, es eso…un sueño, por eso hay que tener claro que no todos los sueños se realizan. Algunos se quedan sólo en utopías. Y los que se cumplen, pues tienen un largo historial de sacrificio por detrás. No ha sido fácil, sobre todo para la comunidad latina, que ha debido hacer el trabajo más duro en los Estados Unidos.

Allí están los latinos, trabajando en granjas, hoteles, restaurantes, empresas de aseo, cuidando niños…En fin, no ha sido fácil. Las personas latinas que conozco en los Estados Unidos son fuertes; tienen las ideas claras, pero guardan consigo una pena que me traspasa la epidermis. Quizá es el anhelo de que algo mejore en sus países de origen, quizá es el anhelo de volver a ellos, porque no quieren envejecer y morir en los Estados Unidos. Al menos no todos con los que hablé.

Y sobre los Dreamers hice algo también para KBOO, que recoge parte de los testimonios de una generación que está dando que hablar y que necesita ser más escuchada en los medios de comunicación. Aquí para escuchar (en inglés):  https://kboo.fm/media/61650-hillsboro-dreamers-adjust-life-after-daca

 

Al final del día pienso que Portland es un 50 por ciento freak y desinhibida, como lo muestra la serie de TV Portlandia, y otro 50 por ciento tradicionalista y conservadora. Algunos podrían decir que no es una mala combinación, porque junta dos polos…la verdad, hoy no quiero juzgar.

2 comentarios sobre “Portland, ¡qué freak eres!

  1. La ciudad de Portland tiene un grave problema de urmanización. Están acabando con los barrios tradicionales para construir casas pequeñas o diminutos condominios.
    Las rentas de cuartos y casas están carísimas y la gente se está viendo obligada a dejarlas y vivir en las calles, y eso, aunado al consumo de drogas, se está volviendo un problema latente en la ciudad.
    Muy buen artículo, ojalá te tengamos de vuelta muy pronto.

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